Felicidades a todos los amantes del arte.
La última vez que visité este museo fue hace más de 15 días y, a fe mía, resultó verdaderamente un caos.
Cronológicamente, su colección es una prolongación de la del Museo del Prado al cubrir el periodo que va de finales del siglo XIX a la actualidad. Y dentro de sus muros Picasso, Oteiza, Klein, Rothko, Millares, Bacon, Lichtenstein, Dalí, etc.
Una joya en el corazón de Madrid que todo amante del arte debe visitar si acude alguna vez a la capital. No hay nada más madrileño que una mañana de domingo caminando por el Paseo del Prado, visitar el museo, empaparte de arte y a la salida embutirte un bocata de calamares con unas cañas para comentar las mejores jugadas. Quizás esto último no suene muy cool, pero aquí la tradición manda y eso es nos hace más vintages, que a la larga es lo que manda.
Para resolver la cojera conceptual de un edificio del s. XVIII en pleno s. XIX llegó la ampliación del museo, y con ella la polémica, con su nuevo revestimiento metálico y rojo (que a mí, personalmente me encanta)
El reordenamiento de las galerías, temporal, trajo la confusión, el cierre de algunas salas y la distribución caótica de las obras.
Afortunadamente eso ha terminado. Volvemos a disfrutar del Reina (como se conoce popularmente aquí) en todo su esplendor.
Un aplauso. Volveré a por mi bocata de calamares, y esta vez espero que no se me indigeste.