En la Plaza Mayor, bajo los arcos |
Este es un breve resumen fotográfico de aquel tour cultural y gastronómico que tuvimos el privilegio de organizar para visitar el célebre pueblo del Quijote, Villanueva de los Infantes.
El sábado 20 de Noviembre del 2010, nos amaneció la meseta castellana en un día lluvioso y gris, dándonos la bienvenida con su traje otoñal, apunto de mudarse para el invierno.
Detalle de puerta clásica de las casas manchegas antiguas |
Armados de nuestra mejor actitud y aún de madrugada, dejamos Madrid desperezándose, y tras la parada de rigor a medio camino para el café correspondiente, desembarcamos de nuestro autocar en pleno centro del pueblo manchego. Infantes nos da la bienvenida con una lluvia fina e incansable, regando y purificando la señorial atmósfera que se respira en cada una de sus calles.
Hay que recordar que en 1974 fue declarado conjunto histórico-artístico. Esto quiere decir que es un núcleo urbano que destaca por su importancia y riqueza arquitectónica y cultural.
Es por ello que atesora joyas arquitectónicas como la imponente Plaza Mayor, frente a la Iglesia se San Andrés (donde se encuentra la tumba de Francisco de Quevedo) , plaza con una planta rectangular asimétrica muy característica, toda ella bordeada de edificios de corte renacentista y neoclásico.
Emociona pensar que por ella transitaron personajes como Cervantes, Quevedo o incluso el mismo Santo Tomás de Villanueva.
Y es justo en este punto comenzamos la visita guiada a Villanueva de los Infantes.
Y es justo en este punto comenzamos la visita guiada a Villanueva de los Infantes.
La antigua Alhóndiga, la Casa del Arco, la Casa de los Estudiantes, el Convento de Santo Domingo y un largo etcétera se fueron continuando en un precioso recorrido a lo largo de la mañana.
Detalle de escudo heráldico desgastado por los siglos |
Parroquia de San Andrés |
Plaza Mayor |
Calle Mayor |
Atardecer en Infantes |
Foto de grupo |
Después el momento aperitivo, un descanso entre cañas y chatos para comentar las mejores jugadas que dio paso a la comida, con menú manchego de tres tiempos con el que volvimos a recuperar las fuerzas.
El tiempo libre y la compra de suvenires gastronómicos fue la antesala de una cata de dulces artesanos del lugar, colofón de la visita que cerró con broche de oro una excursión inolvidable.
Y ya con las panzas llenas, las mentes contentas y el corazón caliente, carretera de regreso a los Madriles y a comenzar a organizar la siguiente ruta para Febrero.
Próxima excursión: Consuegra, el pueblo de los molinos de viento que inspiraron a Cervantes para dar forma a los gigantes que se enfrentaron a Don Quijote en su primera aventura.
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